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Consulta de Psicología. Principales motivos de consulta

Asesoramiento Psicológico y Sexológico en Badajoz

Son muchos los motivos de consulta que atendemos. A continuación resumimos los más frecuentes:

  • Problemas en el Estado del Ánimo incluida la depresión.
  • Problemas de Ansiedad, como ataques de pánico (con o sin agorafobia), obsesiones, ansiedad generalizada, hipocondría o fobias entre otras.
  • Trastornos de la Alimentación.
  • Otros.

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En las próximas líneas, desarrollamos de una forma más extensa en qué consisten cada uno de ellos.

Problemas en el Estado del Ánimo

Depresión

¿Qué es la Depresión?

Estamos habituados a usar la palabra «depresión» con excesiva fre­cuencia. Cuando tenemos un mal día, nuestro estado de ánimo está un poco más bajo de lo habitual o incluso cuando estamos cansados, la expresión que acude a nuestra mente es «estoy deprimido». Aunque hay que aclarar, que la depresión es mucho más que todo esto; es un serio trastorno emo­cional que implica cambios importantes en nuestra forma de sentir, de pensar y de actuar.

Estar clínicamente deprimido/a incluye una gran cantidad de síntomas entre los que destacan la pérdida de interés o placer en casi todas las actividades que la persona realiza, cambios de apetito o peso, del sueño y de la actividad psicomotora; falta de energía; sentimientos de infravaloración o culpa; dificultad para pensar, concentrarse o tomar decisiones, y pensamientos recurrentes de muerte o ideación, planes o intentos suicidas. En los/as niños/as y adolescentes el estado de ánimo puede ser irritable en lugar de triste.

En lo que concierne al plano más cognitivo, es decir en la forma de pensar, la persona deprimida se caracteriza por el siguiente cuadro que definimos a continuación.

Características de las personas que están deprimidas

  1. Visión negativa de sí mismos. La persona deprimida se ve torpe, desgraciada sin valor personal. Atribuyen sus experiencias desagradables a un defecto suyo y, como consecuencia, se ven inútiles y carentes de valor. Se critican a sí mismos, se culpabilizan y piensan que carecen de la capacidad necesaria para sentirse felices y llevar la vida que les gustaría.
  2. Interpretar la realidad de forma negativa y tender a centrarse más en el lado malo de las cosas. Por ejemplo, si alguien se porta bien con esta persona, puede pensar que es por lástima o porque espera algo a cambio y no por una verdadera amistad.
  3. Visión negativa del futuro. Pensar que las dificultades no terminarán nunca. Esperar lo peor del futuro; que las cosas le saldrá mal haga lo que haga.
  4. Sentimiento de Culpa por lo ocurrido. Se tiende a pensar en lo que no se Debería haber hecho, en referencia al pasado.

Afectación en el plano Conductual

Hay una correlación directa entre lo que hacemos y la forma en que nos sentimos. Las personas que están deprimida, tienden a hacer pocas cosas debido precisamente a ese estado emocional deprimido, incluso en los casos más graves de depresión, la persona queda recluida en la cama.

Por el contrario, sabemos que hacer cosas ayuda a aumentar el estado de ánimo, de ahí la importancia de este aspecto en el origen y mantenimiento de este problema.

Distimia

La característica esencial de la distimia, es un estado de ánimo crónicamente depresivo que está presente la mayor parte del día de la mayoría de los días durante al menos 2 años, es decir es la cronificación de la depresión. Las personas con este problema, describen su estado de ánimo como triste o «desanimado». Durante los períodos de estado de ánimo depresivo hay al menos otros dos síntomas de entre los siguientes: pérdida o aumento de apetito, insomnio o hipersomnia, falta de energía o fatiga, baja autoestima, dificultades para concentrarse o para tomar decisiones y sentimientos de desesperanza. Además durante el período de 2 años de la alteración, la persona no ha dejado de estar deprimida, ha estado de forma ininterrumpida con los síntomas antes señalados.

Frecuentemente, este problema tiene un inicio temprano (en la niñez, adolescencia o al principio de la edad adulta), así como un curso crónico sin no hay intervención profesional.

Trastorno Bipolar

La característica esencial del trastorno bipolar es la presencia de uno o más episodios maníacos o episodios mixtos.

Un episodio maníaco se define por un período concreto durante el cual el estado de ánimo  de la persona es anormal y persistentemente elevado, expansivo o irritable. Este período de estado de ánimo anormal debe durar al menos 1 semana (o menos si se requiere hospitalización). La alteración del estado de ánimo debe ir acompañada de un aumento de la autoestima o grandiosidad, disminución de la necesidad de dormir, lenguaje verborreico, fuga de ideas, distraibilidad, agitación psicomotora e implicación excesiva en actividades placenteras con un alto potencial para producir consecuencias graves (juego, sexo, compras, etc).

La cualidad expansiva del estado de ánimo se caracteriza por un incesante e indiscriminado entusiasmo en las interacciones interpersonales, sexuales o laborales. Por ejemplo, la persona puede iniciar espontáneamente largas conversaciones con extraños en lugares públicos, o un vendedor puede telefonear a casa de gente desconocida a primera hora de la mañana para empezar las ventas. Aunque el estado de ánimo elevado se considera el síntoma característico, la alteración del estado de ánimo predominante es a veces la irritabilidad, especialmente cuando se contradicen los deseos del sujeto. También se observa con frecuencia labilidad del estado de ánimo (p. ej., la alternancia entre la euforia y la irritabilidad) así como una exageración de la autoestima y un descenso de la necesidad de dormir. Los pensamientos pueden ser muy rápidos, a veces incluso más rápidos de lo que pueden ser verbalizados. La intervención de los y las profesionales de la salud mental es fundamental para el control del problema, llegando en muchos casos a complementar el tratamiento farmacológico con la orientación psicológica.

Ciclotimia

La característica esencial de este problema psicológico, es una alteración del estado de ánimo crónica y con fluctuaciones que comprende numerosos períodos de episodios maníacos y numerosos períodos de síntomas depresivos. Hablamos pues de la cronicidad del Trastorno Bipolar, ya que para el diagnóstico de este trastorno, debe haber síntomas al menos durante más de 2 años.

PROBLEMAS DE ANSIEDAD

Características de las personas que tienen problemas de ansiedad

  • Pensamientos y creencias relacionados con la incapacidad para enfrentarse con la situación y superarla.
  • Continuos pensamientos e imágenes mentales relacionados con la situación o situaciones temidas y con las conductas de evitación o escape ante ellas.
  • Alteración de las Respuestas Fisiológicas y Emocionales: Taquicardia, Sensación de Ahogo, Aumento de la Presión Arterial, Temblores, Palpitaciones, Sudoración, Tensión muscular, etc.
  • Sentimientos de aprensión, miedo, preocupación, nerviosismo o vergüenza.
  • Conductas de evitación o escape ante la situación temida.

Ataques de Ansiedad (Crisis de Angustia)

Este, es uno de los problemas de ansiedad más frecuentes en la población. Se caracteriza por la aparición súbita de síntomas de aprensión, miedo pavoroso o terror, acompañados habitualmente de sensación de muerte inminente. Durante estas crisis también aparecen síntomas como falta de aliento, palpitaciones, opresión o malestar torácico, sensación de atragantamiento o asfixia y miedo a «volverse loco» o perder el control. La característica principal de una crisis de angustia es la aparición aislada y temporal de miedo o malestar de carácter intenso, que se acompaña de unas series de síntomas como: palpitaciones, sacudidas del corazón o elevación de la frecuencia cardíaca, sudoración, temblores o sacudidas, sensación de ahogo o falta de aliento, sensación de atragantarse, opresión o malestar torácico, náuseas o molestias abdominales, inestabilidad, mareo o desmayo, desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización (estar separado de uno mismo), miedo a perder el control o volverse loco, miedo a morir, parestesias (sensación de entumecimiento u hormigueo), escalofríos o sofocaciones. La crisis se inicia de forma brusca y alcanza su máxima expresión con rapidez (habitualmente en 10 minutos o menos).

La frecuencia y gravedad de las crisis de angustia varían ampliamente. Por ejemplo, algunas personas presentan con una periodicidad moderada (p. ej., una vez a la semana), pero regular desde unos meses antes hasta el momento actual. Otras personas,  describen breves crisis más frecuentes (p. ej., cada día durante 1 semana), separadas por semanas o meses sin padecer una sola crisis de angustia, o bien presentándolas con una frecuencia considerablemente menor (p. ej., dos cada mes) durante un período de varios años.

Algunas personas con crisis de angustia, se preocupan de una manera característica en relación con las implicaciones o consecuencias que aquéllas pueden tener en su vida. Algunas temen que las crisis de angustia anuncien la aparición de una enfermedad no diagnosticada que puede poner en peligro su vida (por ej., enfermedad coronaria, etc.), a pesar de controles médicos repetidos que descarten esta posibilidad. Otras sin embargo, creen que las crisis de angustia indican que se están «volviendo locos», están perdiendo el control o ponen en evidencia su debilidad emocional. En algunos casos, las personas con crisis de angustia, experimentan un cambio comportamental significativo (p. ej., abandonan su puesto de trabajo).

Estudios epidemiológicos elaborados en todo el mundo, indican de forma consistente que la prevalencia del trastorno de angustia (con o sin agorafobia) se sitúa entre el 1,5 y el 3,5 %. La edad de inicio varía considerablemente, si bien lo más típico es que el inicio tenga lugar entre el final de la adolescencia y la mitad de la cuarta década de la vida. La tendencia en este trastorno es la cronificación del mismo en caso de no intervención psicológica.

Agorafobia

La agorafobia suele aparecer en el contexto del trastorno de angustia con agorafobia. La característica esencial de la agorafobia es la aparición de ansiedad al encontrarse en lugares o situaciones donde escapar puede resultar difícil (o embarazoso) o donde, en el caso de aparecer una crisis de angustia o síntomas similares a la angustia, puede no disponerse de ayuda. Esta ansiedad suele conducir de forma típica a comportamientos permanentes de evitación de múltiples situaciones, entre los que cabe citar el estar solo dentro o fuera de casa; mezclarse con la gente; viajar en automóvil, autobús, o avión; o encontrarse en un puente o en un ascensor, encontrarse en un gran almacén,  etc. Además, el comportamiento de evitación de estas situaciones puede conducir a un deterioro de la capacidad para efectuar viajes de trabajo o para llevar a cabo las responsabilidades domésticas (p. ej., ir al supermercado, llevar los niños al médico).

Es importante señalar, que existe una tendencia a la generalización de los estímulos en el caso de este problema, es decir, la persona inicia el trastorno con miedo intenso a un estímulo (por ejemplo un autobús) y con el tiempo se van incrementando los estímulos ansiógenos (miedo a grandes superficies concurridas, hacer colas, etc) en caso de no haber intervención profesional.

Trastorno Obsesivo-Compulsivo

Antes de ver cuáles son los criterios diagnósticos de este problema psicológico, vamos a definir por un lado que es una obsesión y posteriormente que es una compulsión.

Las obsesiones se definen como ideas, pensamientos, impulsos o imágenes de carácter persistente que la persona considera intrusas e inapropiadas y que provocan una ansiedad o malestar significativos, es decir, la persona tiene la sensación de que el contenido de la obsesión es ajeno fuera de su control y no encaja en el tipo de pensamientos que él esperaría tener. Sin embargo, se es capaz de reconocer que estas obsesiones son el producto de su mente y no vienen impuestas desde fuera, tal y como ocurre en otros trastornos.

Las obsesiones más frecuentes son ideas recurrentes que versan sobre temas como la contaminación (por ejemplo contraer una enfermedad al estrechar la mano de los demás), dudas repetitivas (preguntarse a uno mismo si se ha realizado un acto en concreto, como haber atropellado a alguien con el coche o haber olvidado cerrar la puerta con llave), necesidad de disponer las cosas según un orden determinado (intenso malestar ante objetos desordenados o asimétricos), impulsos de carácter agresivo u horroroso (por ejemplo herir a un niño o gritar obscenidades en una iglesia) y fantasías sexuales (como una imagen pornográfica recurrente).

La persona con este trastorno, intenta con frecuencia ignorar o suprimir estos pensamientos o impulsos o bien neutralizarlos mediante otras ideas o actividades (es decir, compulsiones). Las compulsiones se definen como comportamientos (por ejemplo lavado de manos, puesta en orden de objetos, comprobaciones) o actos mentales (como rezar, contar o repetir palabras en silencio) de carácter recurrente, cuyo propósito es prevenir o aliviar la ansiedad o el malestar generado por las obsesiones.

Por tanto, la característica esencial del trastorno obsesivo-compulsivo, es la presencia de obsesiones o compulsiones de carácter recurrente lo suficientemente graves como para provocar pérdidas de tiempo significativas (por ejemplo dedicar a estas actividades más de 1 hora al día) o un acusado deterioro de la actividad general o un malestar clínicamente significativo. En algún momento del curso del trastorno, la persona reconoce que estas obsesiones o compulsiones son exageradas o irracionales. Este trastorno no se debe a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (drogas, fármacos, etc) o de una enfermedad médica.

Estrés

Es cada vez más frecuente en nuestro entorno oír expresiones como «estoy estresado» o «me encuentro sometido a un gran estrés». De hecho, se puede decir que el estrés es uno de los problemas psicológicos más frecuente en las sociedades modernas. Por ello no cesan de surgir pretendidos remedios contra o antiestrés, cremas, paquetes vacacionales ideados especialmente para liberarnos de él, etc. Aunque no hay que olvidar que en la mayoría de los casos, la base real de problema es un problema de conducta o un determinada forma de tomarnos la vida.

Esta reacción general incluye respuestas fisiológicas (el corazón se acelera, aparece sudor frío en las manos, los músculos se tensan…), cognitivas (incremento de la atención a los estímulos presentes en la situación, mayor rapidez de pensamiento…) y motoras (básicamente, huir del peligro o luchar con­tra él), todas las cuales deben servir para facilitar un mejor procedimiento de la situación o estímulos implicados y una respuesta más efectiva para afrontarla o manejarla. En definitiva, la respuesta de estrés prepara al organismo para actuar ante las amenazas y retos de diversa índole que aparecen en su entorno, y que constituirían los estímulos estresores.

Son varias las áreas de Intervención para modificar la respuesta de estrés, en el plano psicológico, aunque fundamentalmente hablaríamos de la modificación tanto de aquellas creencias que generan el propio problemas (Autoexigencias/Perfeccionismo, etc) como del plano conductual (técnicas de Distribución del tiempo, Asertividad, Planificación del Tiempo Libre, etc) así como estrategias de relajación, cuando hablamos en el plano fisiológico/emocional.

Ansiedad Social

La característica esencial de este problema psicológico, es el miedo persistente y acusado a situaciones sociales o actuaciones en público por temor a hacer el ridículo o que resulten embarazosas. La exposición a estos estímulos produce casi invariablemente una respuesta inmediata de ansiedad. Dicha respuesta puede tomar la forma de una crisis de angustia (ataque de ansiedad) situacional o más o menos relacionada con una situación determinada. Aunque la persona que padece ansiedad social, reconoce que este temor resulta excesivo o irracional. En la mayoría de las ocasiones las situaciones sociales o actuaciones en público acaban convirtiéndose en motivo de evitación, si bien otras veces la persona puede soportarlas aunque experimentando mucho miedo/ansiedad.

Cuando la persona con ansiedad social se encuentra en las situaciones sociales o en las actuaciones en público temidas, experimenta una preocupación constante por la posibilidad de que resulten embarazosas y teme que los demás le vean como a un individuo ansioso, débil, «loco» o estúpido. Además, pueden tener miedo de hablar en público porque creen que los demás se darán cuenta de que su voz o sus manos están temblando, o porque piensan que en cualquier momento les puede invadir una extrema ansiedad al mantener una conversación por temor a no poder articular correctamente las palabras. Puede también, que eviten comer, beber o escribir en público por miedo a sentirse en apuros cuando los demás comprueben cómo les tiemblan las manos.

Los estudios epidemiológicos han puesto de relieve una prevalencia global para este problema que oscila entre el 3 y el 13 %.

La ansiedad social, suele aparecer típicamente a mediados de la edad adulta, a veces con el antecedente infantil de timidez o inhibición social. Algunos individuos sitúan el inicio del cuadro al principio de la segunda infancia. La aparición del trastorno puede seguir bruscamente a una experiencia estresante o humillante, o bien puede hacerlo de forma lenta e insidiosa. El curso de la ansiedad social acostumbra a ser crónico o continuo en caso de no haber una intervención profesional.

Fobia Específica

La característica esencial de la fobia específica, es un miedo intenso y persistente a objetos o situaciones claramente específicas y circunscritas. La exposición al estímulo fóbico provoca casi invariablemente una respuesta inmediata de ansieda. Esta respuesta puede adquirir la forma de una crisis de angustia situacional. Aunque los adolescentes y adultos con este trastorno reconocen que este temor es excesivo e irracional, esto no sucede a veces en el caso de los niños. En la mayoría de las ocasiones el estímulo fóbico es evitado, si bien a veces puede experimentarse, aunque con sumo terror.

El objeto del miedo puede ser la propia anticipación del peligro o daño inherente al objeto o situación (por ejemplo, la persona puede temer viajar en avión debido al miedo a estrellarse, puede temer a los perros por miedo a ser mordido o puede temer conducir un coche por miedo a tener un accidente).

Las fobias específicas también pueden hacer referencia a la posibilidad de perder el control, angustiarse y desmayarse al exponerse al objeto temido. Por ejemplo, los individuos temerosos de la sangre y las heridas pueden estar preocupados asimismo por la posibilidad de desmayarse, los que tienen miedo a las alturas también pueden sentir inquietud por los mareos y los que tienen miedo a las aglomeraciones pueden preocuparse asimismo por la posibilidad de perder el control y empezar a gritar entre la gente.

Pueden especificarse los siguientes subtipos para indicar el objeto del miedo o evitación en la fobia específica (p. ej., fobia específica, tipo animal).

  • Tipo Animal. El miedo hace referencia a animales o insectos. Este subtipo suele iniciarse en la infancia.
  • Tipo Ambiental. El miedo hace referencia a situaciones relacionadas con la naturaleza y los fenómenos atmosféricos como tormentas, precipicios o agua. Este subtipo suele iniciarse en la infancia.
  • Tipo Sangre-Inyecciones-Daño. El miedo hace referencia a la visión de sangre o heridas, o a recibir inyecciones u otras intervenciones médicas de carácter invasivo. Este subtipo presenta una incidencia marcadamente familiar.
  • Tipo situacional. El miedo hace referencia a situaciones específicas como transportes públicos, túneles, puentes, ascensores, aviones, coche o recintos cerrados.
  • Otros tipos. El miedo hace referencia a otro tipo de estímulos, entre los que se incluyen las situaciones que pueden conducir al atragantamiento, al vómito, a la adquisición de una enfermedad; fobia a los «espacios» (es decir, el individuo tiene miedo de caerse si no hay paredes u otros medios de sujeción).

Ansiedad Generalizada

La característica esencial del trastorno de ansiedad generalizada es la ansiedad y la preocupación excesivas (expectación aprensiva) que se observan durante un período superior a 6 meses y que se centran en una amplia gama de acontecimientos y situaciones de la vida de la persona. El individuo tiene dificultades para controlar este estado de constante preocupación. La ansiedad y la preocupación se acompañan de al menos otros tres síntomas de los siguientes: inquietud, fatiga precoz, dificultades para concentrarse, irritabilidad, tensión muscular y trastornos del sueño.

A estas personas, les resulta difícil olvidar estas preocupaciones para poder dedicar la atención necesaria a las tareas que están realizando, y todavía les cuesta más eliminar aquéllas completamente. Los adultos con trastorno de ansiedad generalizada acostumbran a preocuparse por las circunstancias normales de la vida diaria, como son las posibles responsabilidades laborales, temas económicos, la salud de su familia, los pequeños fracasos de sus hijos y los problemas de carácter menor (las faenas domésticas, la reparación del automóvil o el llegar tarde a las reuniones).

En muestras de población general la prevalencia anual del trastorno de ansiedad generalizada se sitúa en el 3 % aproximadamente, mientras que la prevalencia global llega hasta el 5 %.

Muchos individuos con trastorno de ansiedad generalizada se consideran ansiosos o nerviosos de toda la vida. Más de la mitad de los que acuden a la consulta manifiestan que el trastorno de ansiedad generalizada empezó en la segunda infancia o la adolescencia, no es raro que el trastorno se inicie a partir de los 20 años de edad. El curso es de carácter crónico si no existe intervención profesional, aunque fluctuante, con frecuentes agravamientos coincidiendo con períodos de estrés.

Este problema muestra una evidente incidencia familiar. Se han descrito hallazgos que muestran un patrón familiar para el trastorno de ansiedad generalizada, es un problema que se suele aprender de las figuras familiares de referencia.

Hipocondría

La característica esencial de la hipocondría es la preocupación y el miedo a padecer, o la convicción de tener, una enfermedad grave, a partir de la interpretación personal de uno o más signos o síntomas somáticos (dolor de cabeza, manchas en la piel, etc.). Por otro lado, el miedo injustificado o la idea de padecer una enfermedad persisten pesar de las explicaciones médicas en contra de poseer tal enfermedad o problema de salud. La preocupación por los síntomas somáticos provoca malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral, o de otras áreas importantes de la actividad de la persona.

En la hipocondría, las preocupaciones hacen referencia a funciones corporales (por ejemplo latido cardíaco, sudor o movimientos peristálticos), a anormalidades físicas menores (pequeñas heridas, tos ocasional) o a sensaciones físicas vagas y ambiguas («corazón cansado», etc.). El individuo atribuye estos síntomas o signos a la enfermedad temida y se encuentra muy preocupado por su significado, su autenticidad y su etiología. Las preocupaciones pueden centrarse en un órgano específico o en una enfermedad en particular (miedo a padecer una enfermedad cardiaca).

Además y como hemos adelantado antes, las exploraciones físicas, repetidas, las pruebas diagnósticas y las explicaciones del médico no consiguen aliviar la preocupación del paciente. Por ejemplo, un individuo con miedo a padecer una enfermedad cardiaca no se tranquiliza aunque sepa que las exploraciones físicas, los electrocardiogramas e incluso las angiografías son totalmente normales. Las personas que sufren este trastorno pueden alarmarse con la lectura o los comentarios sobre enfermedades, con las noticias de que alguien se ha puesto enfermo o incluso por la observación de lo que ocurre en su propio cuerpo. La preocupación sobre la enfermedad se convierte a menudo en la característica central de la autopercepción del individuo, en un tema reiterado de conversación, y en una respuesta a las situaciones de estrés.

En la práctica médica la prevalencia de este problema se encuentra entre un 4 y un 9 %. La hipocondría puede iniciarse a cualquier edad, sin embargo, lo más frecuente es que empiece en los primeros años de la vida adulta. El curso es generalmente crónico en caso de no haber intervención profesional.

Estrés Postraumático

La característica esencial del trastorno por estrés postraumático es la aparición de síntomas característicos que sigue a la exposición a un acontecimiento estresante y extremadamente traumático, y donde el individuo se ve envuelto en hechos que representan un peligro real para su vida o cualquier otra amenaza para su integridad física, es decir, la persona es testigo o víctima de un acontecimiento donde se producen muertes, heridos, o existe una amenaza para la vida de otras personas; o bien conoce a través de un familiar o cualquier otra persona cercana acontecimientos que implican muertes inesperadas o violentas, daño serio o peligro de muerte o heridas.

Entre los acontecimientos traumáticos que pueden originar un trastorno por estrés postraumático se incluyen (aunque no de forma exclusiva) los combates en el frente de guerra, ataques personales violentos (agresión sexual y física, atracos, robo de propiedades) ser secuestrado, torturas,  desastres naturales o provocados por el hombre, accidentes automovilísticos graves, o diagnóstico de enfermedades potencialmente mortales.

El acontecimiento traumático puede ser reexperimentado de varias maneras. Normalmente, la persona tiene recuerdos recurrentes e intrusos (en contra de su voluntad) o pesadillas recurrentes en las que el acontecimiento vuelve a suceder.

Trastornos de la Alimentación

Anorexia Nerviosa

Las características esenciales de la anorexia nerviosa, consisten en el rechazo a mantener un peso corporal mínimo normal, en un miedo intenso a ganar peso y en una alteración significativa de la percepción de la forma o tamaño del cuerpo. Además, en las mujeres afectas de este trastorno, aunque hayan pasado la menarquia, sufren amenorrea.

La persona con este trastorno mantiene un peso corporal por debajo del nivel normal mínimo para su edad y su talla. También tienen un miedo intenso a ganar peso o a convertirse en obesas/os. Este miedo generalmente no desaparece aunque el individuo pierda peso y, de hecho, va aumentando aunque el peso vaya disminuyendo.

Por otro lado, existe una alteración de la percepción del peso y de la silueta corporales (la persona se ve gorda aunque objetivamente esté extremadamente delgada). El nivel de autoestima de las personas que sufren este trastorno depende en gran medida de la forma y el peso del cuerpo. Consideran un logro perder peso y un signo de extraordinaria autodisciplina; en cambio, ven el aumento de peso como un fracaso inaceptable de su autocontrol. Algunas personas son conscientes de su delgadez, pero niegan que ésta pueda tener implicaciones graves para su salud.

Bulimia

Las características esenciales de la bulimia nerviosa consisten en atracones y en métodos compensatorios inapropiados para evitar la ganancia de peso. Se define atracón como el consumo a lo largo de un período corto de tiempo de una cantidad de comida muy superior a la que la mayoría de los individuos comerían. Un «período corto de tiempo» significa aquí un período de tiempo limitado, generalmente inferior a 2 horas. Los atracones no tienen por qué producirse en un solo lugar; por ejemplo, la persona puede empezar en un restaurante y continuar después en su casa. No se considera atracón el ir «picando» pequeñas cantidades de comida a lo largo del día.

A pesar de que el tipo de comida que se consume en los atracones puede ser variada, generalmente se trata de dulces y alimentos de alto contenido calórico (como helados o pasteles).

Por otro lado, estas personas se sienten generalmente muy avergonzadas de su conducta e intentan ocultar los síntomas. Los atracones se realizan por lo normal a escondidas o lo más disimuladamente posible. Además, se acompañan también de sensación de falta de control, es decir, la sensación de no poder parar de comer.

Otra característica esencial de este trastorno la constituyen las conductas compensatorias inapropiadas para evitar la ganancia de peso. Muchos individuos usan diversos métodos para intentar compensar los atracones; el más habitual es la provocación del vómito (80-90 % de los sujetos). Los efectos inmediatos de vomitar consisten en la desaparición del malestar físico y la disminución del miedo a ganar peso.

La prevalencia de la bulimia nerviosa entre las adolescentes y jóvenes adultos es aproximadamente del 1-3 %. La bulimia nerviosa se inicia generalmente al final de la adolescencia o al principio de la vida adulta. La intervención profesional en este caso como en el caso de la anorexia, es fundamental para la recuperación de la persona que padece el problema.

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